viernes, 11 de enero de 2013






Espíritu Emprendedor

Persona que descubre, identifica una oportunidad de negocios y consigue los recursos necesarios para comenzar un nuevo reto.

La motivación, iniciativa, actitud positiva, visionaria, buena toma de decisiones, creativa, trabaja en equipo, perserverante entre otras, son algunas caracteristicas esenciales de personas emprendedoras con espíritu ganador.

Cabe decir que la persona emprendedora es capaz de hacer un esfuerzo adicional para alcanzar sus objetivo.

En esta oportunidad compartiré la historia de tres éxitosos empresarios peruanos que en base a mucho esfuerzo, sacrificio y dedicación salieron adelante. Este es un vivo ejemplo que en el Perú podemos lograr nuestros sueños.


“Mi único vicio es crecer”

Año 1996. Angélica Obregón Carpio sale desde temprano a recorrer las calles de La Molina vendiendo frutas puerta por puerta. El sol es extenuante, la caminata larga, pero la perseverancia no flaquea. Por ello, quizá, por esta férrea voluntad de seguir adelante, hoy, 14 años después, Angélica se convirtió en una exitosa empresaria. Cambió la venta de frutas, puerta por puerta, por un puesto en el mercado de La Molina para poco tiempo después conseguir el anhelado local propio. Dudó entre montar una juguería o un negocio de ventas de cremoladas. Al final optó por lo segundo.

No se equivocó. Doña Angélica, a sus 50 años, puede mirar atrás satisfecha: con dos tiendas en La Molina y con ventas de hasta 2 mil cremoladas diarias en verano; pero prefiere mirar hacia el futuro.

Su emoción despierta al hablar de su próximo local en Miraflores. De los dos sabores de cremoladas iniciales (lúcuma y maracuyá) hoy ofrece hasta cuarenta diferentes a su creciente público.

¿Cuál es su secreto?, preguntamos. Responde con excelente concisión: “Trabajar de sol a sol, ahorrar y reinvertir lo que se gana. Mi único vicio es crecer”.


Un arcoíris de quinua peruana para el mundo


Pareciera que los 60 años de Simeón Genaro Miranda se complacen observando preguntar a la gente asombrada por sus granos de quinua de diversos colores. Los ha traído en minisaquitos que realzan su vistosidad.

Don Simeón, un hombre de sonrisa fácil, recuerda que allá por el 2000, cuando empezó a cultivar la quinua orgánica, tenía sólo una hectárea, y hoy cuenta con seis y hasta 30 variedades de quinua. En su natal Cabana (Centro poblado de Collana, provincia San Román, Puno) asoció en 1990 a 18 productores de la zona. Sin embargo, para poder exportar sus productos se unió a Ascenpromul, una asociación de productores de Cabana.

Don Simeón es un hombre que trabaja duro. Sus tierras crecieron sobre la base de mejoras del rendimiento. En promedio, sus parcelas rinden a razón de 1,100 Kg/ha. El 70% lo destina al mercado y el 30% para semilla y autoconsumo.

Está seguro de que en muy poco tiempo podrá exportar a través de Ascenpromul. Además podrá conseguir el financiamiento para continuar modernizando su producción con, por ejemplo, un sistema de riego tecnificado. El mundo, asevera, verá los colores de su quinua.


La estrella de la papa nativa


Esta última semana a Julio Hancco Mamami le tocó vivir lo que nunca imaginó. Reporteros que se pelean por su atención, flashes, cámaras, hombres y mujeres que se apresuran a felicitarlo con un robusto apretón de manos. La atención no es gratuita. Él es una estrella entre los agricultores del producto estrella de Mistura: la papa nativa. A sus 58 años, don Julio obtuvo méritos suficientes como agricultor, en su querida y altiplánica comunidad de Pampacorral (Valle de Lares, provincia de Calca, Cusco).

Multiplicó de 82 a 215 las variedades de papa legadas por su padre. Hoy, con la ayuda de Slow Food y la Asociación Nacional de Productores Ecológicos del Perú, ha procesado su primera producción propia: “Sumac Chips“, papitas de colores que ya se han vendido en Italia.

Hancco confiesa con orgullo que siente seguro el legado de sus padres. Sin duda, la papa nativa vive hoy más que nunca gracias a él y a sus compañeros campesinos.

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